HUELLA MERCEDARIA

Este apartado está dedicado a los antiguos/as alumnos/as que van dejando huella, y que nos hacen conocer mejor qué es y qué ha sido este colegio, muy cerca ya de cumplir los cincuenta años de andadura. Ellos nos cuentan sus experiencias y nos demuestran día a día que somos una gran familia.

Marina Vázquez

Esdudiante de Medicina en la Universidad de Sevilla

Mi nombre es Marina Vázquez, tengo 22 años y estudio Medicina es la Universidad de Sevilla. He pasado la mayoría de mis mañanas enfilando la calle Vidrio hacia un colegio escondido en el corazón de un barrio antiguo, y aun así recuerdo el primer día con todo detalle. A las nueve de la mañana, mediados de septiembre, recorría esa misma calle de la mano de mi padre, sin llorar lo más mínimo. Sabía perfectamente a qué iba, pero no supe hasta mucho más tarde lo que me traería de vuelta.
De allí me llevé una sed de conocimientos que todavía no he saciado. Un niño precoz e inteligente no sirve de nada sin maestros que sepan estimularlos, premiarlos y corregirlos, y yo no habría alcanzado mis metas educativas si no fuera por esas profesoras que me proporcionaron las herramientas necesarias para dar los primeros pasos. Me llevé una pasión por la lectura que me ha abierto la mente y muchas puertas. Desde la madre Eucaristía hasta las mini-bibliotecas que montábamos en clase con las aportaciones de cada uno me mostraron el poder de la palabra escrita y de la imaginación.
Me llevé el amor por la música vivido a través de las clases de guitarra y el coro. Nunca olvidaré el primer día que me dejaron tocar en misa, ni los nervios previos al primer acorde. Esa ilusión de cantar en las confirmaciones, los ensayos en los recreos y los desayunos entre turnos de comuniones son de los mejores recuerdos que tengo del colegio.
Me llevé la certeza de que hay quien todavía se preocupa por la inclusión, porque todos se sientan seguros y acogidos en unas edades en la que la burla al más vulnerable se pone de moda.
Me llevé kilómetros y kilómetros a mi espalda, siempre con las madres mercedarias cuidándonos y enseñándonos mundo. Gracias a Pastoral, unos pocos nos recorrimos España y parte del extranjero a lo largo de los años. Para mí, hablar de esos viajes es hablar de canciones a pleno pulmón en el autobús, escapadas a hurtadillas entre habitaciones de hotel, momentos de silencio en los templos que nunca esperé visitar y risas, muchas risas.
Me llevé un grupo de amigos, casi familia, en los que apoyarme y con los que compartir una manera de mirar el mundo que nos inculcaron desde pequeños. Mismos valores, mismas raíces y mismas anécdotas de un patio pequeño y abarrotado de faldas de cuadros y babis azules. Allí seguimos volviendo, cada vez que podemos, porque de donde se crece uno realmente nunca se marcha.
Me traje conmigo una segunda casa, residencia de solo cuatro humildes monjitas, pero hogar de muchos. Parece mentira que un colegio a primera vista tan pequeño pueda guardar tanto; familia tras familia, generación tras generación, todos, como yo, marcados por una huella mercedaria que se queda contigo para toda la vida.

NIEVES Mª PÁEZ GARCÍA

Jefe de Administración y RRHH en el Grupo de Empresas Calconsa.

Nací en Sevilla un 31 de Diciembre, bautizada en la Iglesia de San Bartolomé, hice mi Primera Comunión en el Convento de las Salesas Reales, por aquel entonces la Capilla del Colegio aún no estaba restaurada, después tuve la suerte de estar en su inauguración. Me confirmé en la Iglesia de San Esteban y me casé en Santa María La Blanca, he tenido la suerte de estar siempre vinculada al barrio de la Judería.


Afronto la petición que me hacen las Madres de escribiros estas líneas para contaros mi experiencia en el Colegio, tanto como antigua alumna como Madre de Alumnos, con emoción pero también con la responsabilidad de poder transmitiros todo lo que siento por pertenecer a esta familia Mercedaria.
Corría el año 1977, junio, cuando terminé mi ciclo escolar, entonces 8º de E.G.B. Mi madre llorosa se despedía de las Madres Mercedarias, Fátima, Eucaristía, Martina, Inmaculada, Ascensión, San Luis y muchas más, que lamentablemente por el tiempo que ha pasado no recuerdo y como no, de la Madre Clemencia, Directora en aquel momento, que luchó mucho para que no cerrasen el colegio, creo recordar sobre el año 1975. Mención especial a la Madre Luisa, todo mi cariño para ella, no tengo palabras después de tantos años para definir lo que siento por ella; mi hija, tuvo la suerte de verla en una convivencia del Departamento de Pastoral con el Convento de Lora del Río. Es una asignatura pendiente, ir a Lora y devolverle todo el cariño que me dio en mis años de alumna, y después siempre vinculada a mi familia, el cariño que nos transmitía cuando nos veía, cómo me dio consuelo cuando falleció mi padre, yo tenía tan solo 22 años y en sus abrazos volvía a mi niñez.
Como alumna: en este centro aprendí a leer en El Pájaro Verde, a escribir, a sumar, a restar, matemáticas, francés, física, etc. pero eso también lo habría aprendido en otro colegio, académicamente, me fue muy bien, cuando llegué al Instituto no tuve ninguna carencia en la adaptación que se requería.

Sin embargo lo más importante es que reforzaron y complementaron los valores CRISTIANOS y HUMANOS que poseía por las creencias de mi familia y que me han ayudado en el buen hacer de la vida diaria, para formarme como persona, como profesional y como madre, valores que probablemente no apreciamos hasta la madurez: Amar a María Santísima bajo la advocación de Nuestra Señora de la Merced, como mediadora ante el Todopoderoso, respeto y ayuda hacia los compañeros, puntualidad, disciplina en la forma de vestir, humildad en la consecución de objetivos, y un largo etc.

Como madre de alumnos: Evidentemente, porque la experiencia como alumna fue positiva, es por lo que mi marido y yo nos decidimos por las Mercedarias para la educación de mi hija, y 22 años después de mi marcha del Colegio, solicitábamos a la Madre María Mercedes su beneplácito para que ella pudiese estudiar en el Colegio, buscando una formación católica de acuerdo con los principios que fundamentan nuestra familia; años después entraría su hermano.

A día de hoy, los dos siguen vinculados al colegio, el niño por sus estudios y la niña, cuatro años después de finalizar la ESO, a través del Departamento de Pastoral, hecho que me llena de orgulloal poder ver como ese  grupo de “las de Pastoral” fomentado por Las Madres actuales, va aumentando según van saliendo del colegio, formando un grupo de amigas cada vez más numeroso, consecuencia de las convivencias y viajes que organiza este Departamento.
Como madre la experiencia ha sido aún mejor, porque puedo apreciar la formación que le imparten día a día a mis hijos, tanto académica como éticamente, y compruebo con satisfacción que este colegio no solo ha evolucionado, sino que ha mejorado muchísimo, que la labor educativa que comenzaron en el año 1966, ha dado sus frutos y hoy en día, a pesar de que los tiempos que corren no son fáciles, sigue manteniéndose  gracias a la constancia y esfuerzo de la Madre María Mercedes y la Madre Giovanna, ahora ayudadas, gracias a Dios por las hermanas María y Karina. Un recuerdo especial para la Madre Ludivina, también Madre Imelda, que formó a mi hijo como monaguillo, y como no, a la Madre Eucaristía, siempre tan entrañable y cariñosa.
El colegio de las Mercedarias, ha sido siempre pequeño y familiar, donde todo el mundo se conoce, donde se protege tanto al alumno como a la familia, que ha ido evolucionando en el tiempo de acuerdo con las necesidades de la sociedad,  y todo ello sin perder el objetivo principal de dar una formación académica y religiosa a sus alumnos, con sus cosas positivas y negativas como todo en esta vida. Teniendo en cuenta los pocos recursos que poseen, es admirable la labor que desempeñan, tanto desde el Departamento de Pastoral, siempre dispuesto a innovar y mejorar las Actividades propias de su labor, como desde el Departamento Académico, tal como se puede comprobar en los excelentes resultados que están obteniendo los alumnos en pruebas externas,  cabe destacar las Olimpiadas de Matemáticas o The Big Challenge.
Por referencias con otros padres de familia, puedo asegurarles que en muchos centros de renombre y más numerosos, la implicación de la Dirección y la Comunidad Educativa en resolver problemas que surjan tanto en el ámbito escolar como en el familiar, no es ni por asomo,  tan efectiva como en el nuestro, teniendo muchos menos recursos.
Reflexionemos, que en esta vida, no todo es blanco o negro, también existen los grises,  grises con muchos matices, por eso, desde aquí os invito y animo a que participéis y colaboréis para el buen funcionamiento del Centro, por el bien de nuestros hijos, a los  que desgraciadamente  les espera un futuro incierto. ¿Qué no se da por un hijo?
Agradezco el tiempo que me habéis prestado leyendo estas líneas, que nuestra Madre de la Merced, nos proteja y ayude en este valle de lágrimas.

Saludos

ALEJANDRO MAÑES GONZÁLEZ

Estudiante de Publicidad y Relaciones Públicas en la Facultad de Comunicación de la Universidad de Sevilla

Alejandro Mañes González nació en el Puerto de Santa María el 22 de diciembre de 1995.
Desde niño pertenece a las Hermandades de los Panaderos, Calvario, Esperanza de Triana y Archicofradía de María auxiliadora de la Trinidad. Estudió Ed. Infantil, Primaria y Secundaria en el colegio San José MM. Mercedarias; Bachillerato en los Salesianos de la Stma. Trinidad; y actualmente cursa 3º de Publicidad y Relaciones Públicas en la Facultad de Comunicación de la Universidad de Sevilla.
Estando todavía en nuestro centro, inició su andadura como pregonero con el I PREGÓN DE LA SEMANA SANTA en el colegio (2010), y posteriormente se sucedieron:

  • II PREGON DE LA JUVENTUD DE LA HERMANDAD DE LOS PANADEROS (2011)
  • XXII PREGÓN ESCOLA DE SEMANA SANTA DE LOS SALESIANOS DE LA STMA TRINIDAD
  • XL PREGON DE LA ESPERANZA HERMANDAD SACRAMENTAL DE LA SAGRADA LANZADA (2014)
  • XLII PREGÓN UNIVERSITARIO DE SEMANA SANTA DE SEVILLA (2016)

Nos cuenta sus experiencias y lo que para él significó su paso por nuestro colegio:
“Llegué con tres años a un lugar nuevo sin saber que sería el comienzo de las líneas que os escribo. Un sitio donde aprendí a hilar las palabras y a crear sumatorios con los números que marcan las agujas de un reloj por el que el tiempo no ha pasado. Era allí mismo donde recibiría mi Primera Comunión y confirmaría mi Fe junto a mis compañeros. Hoy os hablo desde el bonito y entrañable recuerdo de esta etapa.
Hay puertas que se abren, otras que se cierran y otras que uno mismo deja entreabiertas. Llamo de nuevo a una de estas últimas. Marché hace ya cinco años, labrando un sello y creando el principio de un camino que el devenir del tiempo ha convertido en un testimonio mercedario.
Afiancé mi comienzo entre los pupitres y aulas verdes, de un recóndito colegio, en el que moldeé mi persona. La misericordia marcó todos y cada uno de los pasos que fueron trazando el trayecto que aún está en desarrollo.
Allí cimenté mi fe, mis estudios y mis principios. Allí recibí a Dios en cada esquina, en cada momento y en cada acción. Allí aprendí a entregar amor sin medida a aquella que redime a los cautivos que no hacen escudo de la Fe a Dios. Allí imaginé mi primer sueño escrito al que llamé Semana Santa. Allí recé, soñé y encontré la piedra sobre la que edificar mi futuro. Quedé así preso de las cadenas de un apego imborrable que hacen que mi particular credo se tiña de su espíritu.
En mis reflexiones personales, cuando oigo el centro dónde crecí, me eduqué y estudié, recuerdo todos aquellos momentos que compartí con mis profesores y compañeros, sin embargo, me sale tu nombre primero. Virgen de la Merced, aprovecho este espacio para que acojas bajo tu manto a todos aquellos infantes, que como yo, dejarán entreabiertas tus puertas, volviendo así a encontrarte cuando quieran ser para el mundo, regalo de libertad.»
                                                                                                                                                                                            Alejandro Mañes González